El euro ha alcanzado la paridad contra el dólar, un hecho que no se había visto en los últimos veinte años, que tan lejano parecía en el 2008, cuando en el mercado del forex se pagaban más de 1,5 dólares por cada euro o incluso durante una parte de la pandemia, en la cual, y a pesar de que al principio el euro experimentó una fuerte corrección, este llegó a cotizar por encima de los 1,2 dólares en mayo del 2021, mes a partir del cual la caída del valor de la moneda europea ha caído de forma prácticamente ininterrumpida hasta la paridad actual, paridad que está por ver si se convertirá en un suelo a partir del cual crecer o si tan sólo es un escalón más en el abrupto descenso que ha experimentado una de las divisas fiduciarias más fuertes del planeta y que en algún momento algunos países como China y Rusia pudieron preferir acumular como forma de desafiar la hegemonía internacional del dólar estadounidense, algo quizás ya no tan atractivo si se tiene en cuenta que Bruselas y Washington suelen ir de la mano en temas como las sanciones.
Paridad del euro con el dólar
El euro en el contexto internacional y europeo
El euro es un medio de pago, en metálico o con dinero electrónico, para los ciudadanos de la eurozona, un instrumento para especular en un bróker de trading de forex en España para los inversores acostumbrados a lidiar con el riesgo de operar en mercados volátiles y con productos apalancados, pero también es la moneda con la que la mayoría de los países que conforman la Unión Europea acuden a los mercados internacionales para adquirir bienes y materias primas, y precisamente es el precio de estas últimas la que se fija en dólares, por lo que la caída del euro contra el dólar es especialmente dolorosa en este aspecto, y más aún si se tiene en cuenta la situación económica de la Unión, que ha salido muy debilitada de la pandemia y se encuentra en muy malas relaciones con su principal proveedor de gas y petróleo, que es Rusia.
Europa tendrá que replantearse su estrategia energética
A pesar del drama de la importación de energía de una Europa que había renunciado a producir su propia energía en pos de la adopción de las energías renovables, decisión que ahora quizás se tenga que revertir al menos parcialmente, sobre todo si se tienen en cuenta los cortes parciales que ya están produciendo en el Nord Stream y que previsiblemente irán a más según se acerque el duro invierno centroeuropeo, la caída del precio del euro puede beneficiar al importante sector exportador de algunos países de la Unión Europea, no en vano una moneda tan devaluada como el euro -devaluada al menos si se tiene en cuenta el buen precio que llegó a alcanzar hace no demasiados años e incluso meses- se convierte en un valor añadido a la hora de comprarle a sus países, que además cuentan con productos tecnológicos de alto valor añadido pero también con productos agropecuarios de alta calidad y muy competitivos, como los producidos en la cuenca mediterránea o incluso en los Países Bajos -el pequeño estado norteño ha logrado consolidar la agricultura como uno de los sectores más importantes de su economía, logrando la cuadratura del círculo al robotizar las tareas más duras y a la vez proporcionar empleo de calidad a un buen número de personas de carne y hueso-, que además cumplen una de las legislaciones más estrictas en seguridad alimentaria o bienestar animal.
Un euro débil ¿Nos beneficia o perjudica?
Por su parte desde el BCE, que es la entidad que gobierna a la moneda única europea, se teme que un euro debilitado en demasía pueda echar por tierra los esfuerzos del banco central por volver a embridar la inflación que ya alcanza niveles no vistos desde hace décadas precisamente por culpa de la carestía que ya está produciendo en la importación de todo tipo de bienes por causa de la paridad, que a su vez implica mayor gasto en la producción, haciendo que tan sólo, o sobre todo, se beneficien de la caída del precio del euro aquellos sectores que venden en el exterior de la eurozona y que a su vez no necesitan importar nada del exterior de la misma.